Hace ya tiempo me "retaron" a contar una de mis historias (algunos las llaman mentiras) de forma más breve, no recuerdo la historia que conté con pelos y señales pero era algo parecido a un viaje que hice a Groenlandia para conocer a mi verdadera familia, ya que dije que yo era adoptado (todavía no lo descarto...). Bien, tras llegar allí y vivir unas cuantas historietas, como un secuestro, ser utilizado como conejillo de indias para probar medicamentos en experimentación y no sé que más, por fin logro contactar con mi familia de sangre, pero descubro que son malas personas y vuelvo a l'España para seguir con mi vida.

Tras contar esta retahila de tontás me retaron a recontarla con menos palabras, tras unos instantes pensando me acordé de algo que lei sobre un microrrelato de Arturo Perez-Reverte que decía: "Crucé la calle cuando me di cuenta de que no quería estar allí" o algo así.

Con la frasecilla corriendo por mi mente asocié la historia al microrrelato y conteste al muyayo que me "retó" lo siguiente: "Crucé el charco y me di cuenta de no quería estar allí".

Desde aquel día no puedo dejar de leer y de intentar escribir mis propios microrrelatos. Cada cosa que me pasa intento asociarla a un relato breve.

Aquí dejo alguna muestra de los que he escrito yo y otros que he encontrado por la web y que son muy buenos.

EL DIA DE LA MADRE

- Felicidades, madre —dijo Norman.

- Gracias, hijo —respondió Norman, y sonrió.

¿QUE ME...

- ¿Qué me estabas diciendo?

- No lo recuerdo. Supongo que te diría que te amo.

- Tal vez, siempre me lo dices.

- El mundo va de eso.

“ Una, dola, tela, catola, quila, quilete, estaba la reina en su gabinete…” a la edad de 11 años no podía sacarme esta dichosa cancioncita de mi cabeza, como no podía dejar de pensar en la guapísima Laura Menéndez. Pasé todo 4º de EGB esperando impaciente a que sonara el timbre para salir al recreo. Recuerdo su pelo alborotado y sus zapatos de cordones marcando el ritmo de la letra que yo le cantaba. Mi brazo creaba líneas cóncavas y convexas, dibujando círculos con la cuerda. Laura saltaba, y yo me atrevía a mirarla.

Maricón me decían por jugar con ellas, pero a mi me daba igual

Quería olvidar tus ojos, tus manos y tu pelo ... olvidar tus besos, tus caricias y abrazos. Sacar de mi cabeza tu risa, tus voz, tu aroma ... sólo quería olvidarte, sólo pensaba en olvidarte.

Al final olvide todo lo que había olvidado y ahora, de nuevo, estás en mi cabeza.

A partir de aquellos trozos se reconstruyó una vida donde no había ninguna tristeza, una vida plena de felicidad, y guardo el resto de su vida en un cajón.

Al día siguiente el hombre volvió al cajón y cambió los recuerdos felices que se encontraban en su cabeza por los que esperaban en el cajón, y se marchó.

De nuevo, al día siguiente volvió al cajón, cogió los recuerdos que se hallaban en su cabeza y los mezcló con los que tenía encerrados en el cubículo y continuó su vida ...